Este relato trata sobre uno de los perritos que tuvimos en la casa. El nombre que se le puso fue el de "Buddy", que en Inglés significa "amigo, compañero". Cuando al perrito anterior que teníamos (de tamaño medianamente chico), el cual se llamaba Azabache (por lo negro) lo atropelló un carro y murió después de una agonía de un día , al día siguiente me fuí a El Paso (Texas) para comprar un perrito en una tienda de mascotas que se localizaba en el Centro Chelmont. Había dos, y como estaba buscando un perrito que fuera Pastor Alemán y uno de ellos estaba muy lanudo y se veía muy inquieto, me llevé al otro que tenía el pelo más lacio y que se veía más tranquilito, más calmado. Se le puso el nombre de "Buddy" recordando otro perro (de tamaño grande) que era propiedad de un médico llamado Bernardo Jiménez Pérez que vivía en una esquina de la cuadra sobre la misma casa en donde se localizaba mi casa (en la cual operaba su propio sanatorio pequeño), y como ese perro era de muy buen carácter se le puso su nombre también al que me traje de El Paso por considerarlo de buena suerte. Aunque el "Buddy" al crecer no resultó ser un Pastor Alemán, resultó ser también un perro muy amigable, muy afectuoso. A continuación está una fotografía en la cual se le puede ver con sus "cejas" tipo Doberman:
Era un perro muy bueno. Aunque ladraba a los extraños que se acercaban a la casa, jamás llegó a morder a alguien. Daba muchos "besos" a todos, y era muy listo para ir a la mesa a la hora de la comida yendo de un lado a otro para que se le compartiera algún pedazo de bistek o algún trocito de pollo asado. En la siguiente fotografía tenemos a "Buddy" llevando el periódico "El Fronterizo" (del cual teníamos una subscripción anual) después de haber sido aventado afuera en el jardín de la casa muy temprano por el repartidor de periódicos:
En la siguiente fotografía el "Buddy" está llevando una lámina de cartón pidiendo que alguien juege con él. El juego consistía en quitarle la lámina de cartón, tirarla lejos a donde él pudiera ir a recogerla y volver a traerla para comenzar de nuevo:
En la siguiente fotografía tenemos a Buddy levantando a alguien temprano en la mañana de la manera en la que acostumbraba hacerlo, dando muchos "besos".
Como dije, era un perrito muy besuqueador. Era un perro muy bueno. Fue una gran suerte haber dado con él.
El Buddy siempre fue un buen compañero. Se la pasaba la mayor parte del tiempo en la recámara de mi hermana cuando ella estaba en la casa, pero cuando ella se fue a trabajar a la ciudad de México en el Consejo Nacional de Turismo, el Buddy se acostumbró a quedarse conmigo subiendo las escaleras hacia mi recámara para hacerme compañía. Era un perrito al cual no le gustaba estar solito. Era un perrito muy sociable. Nunca mordió ni agredió a nadie. Y era un perrito muy limpio, jamás hacía sus necesidades fisiológicas dentro de la casa, se esperaba hasta que lo dejaran salir al jardín. Era un perrito modelo.
Pero un día, Buddy no se acostó como acostumbraba hacerlo, estuvo parado, sentado sobre sus dos patas traseras, como si le doliera mucho acostarse. Se le llevó con el "veterinario" para que lo viera, pero lo único que hizo fue darle unas cápsulas que no le sirvieron de nada. No se le llevó con el Veterinario Modesto Saenz (el cual tenía su veterinaria cerca de la Secundaria en la cual estudiamos yo y mis hermanos) porque Modesto Sáenz fue el Veterinario al cual le encargamos al perrito anterior, al Azabache, después de que lo habían atropellado, dándonos falsas esperanzas, para tan solo llamarnos varias horas después para que lo recogieramos porque había muerto, y no se quería repetir aquella experiencia de mala suerte en el Buddy. Pero el "veterinario" con el cual se le llevó, en la Clínica del Doctor Quijano Yepez, en donde se le recetaron las cápsulas que no le sirvieron de nada, resultó igual de malo. La triste realidad es que en Ciudad Juárez en esa época no había buenos veterinarios, como tampoco había una escuela de medicina veterinaria como la que abriría tiempo después la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Como algo con los mismos síntomas le sucedería tiempo después al Pastor Alemán que tomaría el lugar de Buddy, excepto que al otro se le pudo salvar porque se le llevó a El Paso para que un veterinario de allá lo atendiera con un tratamiento que resultó exitoso después de un diagnóstico correcto de "congestive heart failure" (falla congestiva del corazón), siempre he sospechado que a Buddy le sucedió lo mismo, y si los veterinarios de Juárez hubieran sido buenos, tal vez se le podría haber salvado.
La situación de Buddy se fue agravando en los días posteriores, e inclusive empezó a cojear de una patita. En el último día, en forma casi milagrosa pareció recuperar energías, moviéndose de un lado a otro como si estuviese completamente curado. Pero un día después se nos murió. Un familiar que estaba de visita explicó que lo mismo ocurre a veces con los humanos cuando van a morir, en el último día les entra una vitalidad extraordinaria que no habían tenido en los días anteriores, como si presintieran subconscientemente la cercanía de su muerte y su organismo respondiera tratando de capturar y disfrutar lo más posible de ese último día de sus vidas.
Una cosa que no olvido es que yo estaba en mi recámara cuando Buddy estaba ya muy malo de nueva cuenta, pero aún seguía con vida. Cuando bajé de mi recámara situada en un segundo piso para estar con él, al acercarme y empezar a acariciarlo en esos momentos se empezó a tensionar y sus ojitos se pusieron en blanco, expirando prácticamente en mis manos. ¡Esperó a que bajara de mi recámara para morir!
Yo mismo lo amortajé envolviéndolo primero en papel aluminio y después en una bolsa de plástico, tras lo cual se le enterró en la parte trasera del jardín de la casa, ese jardín en el que anduvo tantas veces. El Buddy llegó a la casa para quedarse, y su cuerpito quedó descansando en ella.
Otra cosa extraordinaria es que, al día siguiente de que Buddy muriera, una palmerita de desierto al lado de la cual Buddy se acostaba por horas enteras dió una flor que nunca había dado antes. Y esa palmerita así como los retoños de la misma nunca han vuelto a dar una flor igual. A continuación tenemos la foto de la flor que empezó a brotar rápidamente en la palmera al día siguiente de que expirara el Buddy:
Estas son las cosas que me hacen pensar de que aunque a los perritos se les niega que tienen eso que llamamos "alma", aunque se les niega que tengan cualquier tipo de esencia incorpórea que sobrevive a la muerte, de cualquier modo algo de ellos subsiste más allá de la muerte. Si es así, estoy seguro de que cuando muera uno de los que me estarán esperando en cuanto me llegue mi turno de cruzar ese umbral será mi buen amigo Buddy. ¿Qué mejor forma de pasar al otro lado que ser recibido y acompañado por un ser que fue compañero inseparable por espacio de nueve años?
No hay mejor forma de coronar estos recuerdos que la lectura de una traducción de unos versos de Lord Byron, llevada a cabo por mi abuelo el Licenciado y Ministro de la Suprema Corte de Justicia, Don Agustín Téllez López, titulados "Epitafio sobre la Tumba de un Perro":
EPITAFIO SOBRE LA TUMBA DE UN PERRO
Lord Byron
(traducción)
por el Lic. Agustín Téllez López
Cuando algún orgulloso hijo del hombre
se hunde inerte en la insondable fosa,
aunque sin gloria y sin honor su nombre
honor y gloria por su estirpe goza.
Sobre el mármol de mausoleo regio
por el cincel artífice esculpido,
con letras de oro ante mis ojos veo
no lo que fué: lo que debió haber sido.
Y el pobre perro, amigo cariñoso
que siempre nos festeja la llegada
y siempre nos defiende valeroso
va sin recuerdo, sin honor sin nada.
Tiene alma también y se le niega
su recuerdo es tenaz, y se le olvida
y el hombre... ¡Vano insecto! a creerse llega
--- dueño de un cielo al terminar la vida.
¡Oh mísero mortal! señor de un día,
esclavo abyecto o cínico tirano,
quien conozca tu negra hipocresía
tocar evita tu asquerosa mano.
Es lascivia tu amor y tus palabras
jamás encierran la verdad sagrada
el blasón de tu especie degradada.
Pasa adelante, que implorar
no quiero tu falsa compasión: con esta losa
al amigo sin mácula venero:
sólo uno encontré y aquí reposa.
La traducción llevada a cabo por mi abuelo materno no fue una traducción estrictamente literal. No podía serlo, por tratarse de una poesía. Una traducción literal destruye la belleza del poema. Esto lo comprenden bien quienes han leído la versión original de La Divina Comedia en italiano y que después han leído alguna de las traducciones del mismo al español. Lo que hizo mi abuelo fue algo mucho más difícil; llevó a cabo una traducción del poema de un idioma a otro, del inglés al español, conservando la intención original del autor, y al mismo tiempo estructurándolo como una poesía en su traducción. No sé cómo se las arregló para lograrlo, supongo que tenía una facultad especial para ello.
Logré encontrar con la ayuda de Internet el poema original en Inglés del poeta anglo-escosés Lord Byron. Existe de hecho una inscripción puesta en el monumento a un perro de la raza Newfoundland, de nombre Boatswain, enterrado el 30 de noviembre de 1808 en Newstead Abbey, un perro que posiblemente tendría un aspecto como el mostrado en la siguiente pintura del pintor inglés Sir Edwin Henry Landseer titulada "Salvado":
El epitafio dice lo siguiente:
Near this spot
Are deposited the Remains of one
Who possessed Beauty without Vanity,
Strength without Insolence,
Courage without Ferocity,
And all the Virtues of Man without his Vices.
This Praise, which would be unmeaning Flattery
If inscribed over human ashes,
Is but a just tribute to the Memory of
BOATSWAIN, a DOG
Who was born at Newfoundland, May, 1803,
And died at Newstead, Nov 18th, 1808.
When some proud son of man returns to earth,
Unknown to glory, but upheld by birth,
The sculptor's art exhausts the pomp of woe,
And storied urns record who rest below:
When all is done, upon the tomb is seen,
Not what he was, but what he should have been:
But the poor dog, in life the firmest friend,
The first to welcome, foremost to defend,
Whose honest heart is still his master's own,
Who labours, fights, lives, breathes for him alone,
Unhonour'd falls, unnoticed all his worth,
Denied in heaven the soul he held on earth:
While man, vain insect! hopes to be forgiven,
And claims himself a sole exclusive heaven.
Oh man! thou feeble tenant of an hour,
Debased by slavery, or corrupt by power,
Who knows thee well must quit thee with disgust,
Degraded mass of animated dust!
Thy love is lust, thy friendship all a cheat,
Thy smiles hypocrisy, thy words deceit!
By nature vile, ennobled but by name,
Each kindred brute might bid thee blush for shame.
Ye! who perchance behold this simple urn,
Pass on --- it honours none you wish to mourn:
To mark a friend's remains these stones arise;
I never knew but one, --- and here he lies.